Cuando me convertí en tía por primera vez y estuve presente cuando nació el bebé, fue una de las experiencias más emotivas que he tenido. Cuando escuché su primer llanto, sentí un shock de emociones recorriendo todo mi cuerpo. Fue una mezcla de alegría, miedo, admiración y amor. Me sentí privilegiada, como si la vida me hubiera dado la oportunidad de presenciar un milagro: el nacimiento de un pequeño ser que lo cambiaría todo. Cuando me convertí en tía por primera vez y estuve presente cuando nació el bebé, fue una de las experiencias más emotivas que he tenido. Cuando escuché su primer llanto, sentí un shock de emociones recorriendo todo mi cuerpo. Fue una mezcla de alegría, miedo, admiración y amor. Me sentí privilegiada, como si la vida me hubiera dado la oportunidad de presenciar un milagro: el nacimiento de un pequeño ser que lo cambiaría todo.