Los chinos tienen una forma muy particular y eficiente de organizar incluso las cosas más sencillas. Su filosofía se basa en el orden, la armonía y el aprovechamiento del espacio, influenciada por principios como el feng shui y una mentalidad práctica. Por ejemplo, en sus cocinas es común ver utensilios colgados en la pared o en estantes perfectamente distribuidos, maximizando cada rincón. Esta manera de acomodar las cosas no solo facilita el acceso rápido, sino que también transmite una sensación de limpieza y equilibrio. Para ellos, mantener el orden no es solo una cuestión estética, sino una forma de vida que refleja respeto, funcionalidad y tranquilidad.