Imagina una jugosa pieza de carne abierta en mariposa, lista para convertirse en la estrella de tu mesa: la sazonas con sal, pimienta y un toque de romero, luego la rellenas generosamente con una mezcla cremosa de mantequilla derretida, ajo finamente picado y queso rallado —puede ser mozzarella para el derretido perfecto, o un gouda ahumado si quieres elevar el sabor. Cierras la carne con palillos o hilo de cocina, sellas en sartén bien caliente hasta que tome ese color dorado irresistible, y luego la terminas al horno para que el queso burbujee y el ajo perfume cada fibra. Al cortarla, el relleno se desparrama con un espectáculo visual y aromático que pide a gritos ser compartido. Este plato no solo alimenta: conquista.