“Señor, en medio del ruido del mundo y las prisas de la vida, me detengo un momento para hablar contigo. A veces me pierdo en mis propios pensamientos, en mis luchas y en mis errores, pero sé que Tú siempre estás ahí, esperándome con los brazos abiertos. Te pido que me des sabiduría para seguir el camino correcto, fuerza para enfrentar lo que venga y paz para aceptar lo que no puedo cambiar. Ayúdame a vivir con propósito, a valorar cada día y a amar con un corazón sincero. Gracias por no soltarme, incluso cuando yo me alejo. Confío en Ti, en tus planes, y en tu infinito amor.”