Da un par de pasos hacia atrás, levanta los brazos con elegancia y, al compás de la música, comienza a moverse con una fluidez y sabrosura que deja a todos boquiabiertos. Caderas sueltas, pasos firmes, vueltas impecables. Cada movimiento es un testimonio de décadas bailando en fiestas, bodas y ferias de pueblo. Las chicas intentan seguirla, pero sus pasos se ven torpes al lado del ritmo de Carmen. Ella se detiene, se ríe sin burla y dice: